Como un despertador, cada noche, 1.30 hs de la madrugada comienza a maullar.
Me despierto fastidiada y busco que arrojarle esta vez. Ya me deshice del cenicero, el cepillo del pelo y dos almohadones, y mi puntería sigue sin éxito.
En un arrebato de sueño, cólera y frustración pruebo con algo más contundente y le arrojo una de mis botas. Los sonidos cesan de inmediato.Satisfecha vuelvo a dormirme.
Una hora después maullidos insistentes me despiertan, reclaman altaneros la otra bota.